jueves, 4 de septiembre de 2008

DESEOS PARA TU VIDA

Me enviaron esto por mail y creo que es bueno compartirlo.

Saludos a todos.


Te deseo primero que ames, y que amando, también seas amado. Y que, de no ser así, seas breve en olvidar y que después de olvidar, no guardes rencores .
Deseo, pues, que no sea así, pero que si es, sepas ser sin desesperar.

Te deseo de paso que seas triste.
No todo el año, sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena,
que la risa habitual es sosa y la risa constante es malsana.

Te deseo que siendo joven no madures demasiado de prisa,
y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer y su dolor, y es necesario dejar que fluyan entre nosotros.

Te deseo además, que seas útil, más no insustituible.
Y que en los momentos malos, cuando no quede mas nada, esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie.
Igualmente, te deseo que seas tolerante;
no con los que se equivocan poco, porque eso es fácil, sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente,
y que haciendo buen uso de esa tolerancia, sirvas de ejemplo a otros.

Te deseo también que tengas amigos, y que, incluso malos e inconsecuentes, sean valientes y fieles, y que por lo menos haya uno en quien puedas confiar sin dudar.

Y porque la vida es así, te deseo también que tengas enemigos.
Ni muchos ni pocos, en la medida exacta, para que, algunas veces, te cuestiones tus propias certezas.
Y que entre ellos, haya por lo menos uno que sea justo, para que no te sientas demasiado seguro

lunes, 18 de agosto de 2008

La teoría y la práctica

Estos últimos días fueron bastantes movidos en el edificio donde vivo. Mudanzas, niños corriendo, gente que habitualmente trabaja por la tarde entraba y salía de forma constante. La docente de abajo estuvo en su casa todo el día y por supuesto comenzó a llamar a casa con diversas quejas: la gotera, la música, los muebles, etc, etc, etc. Es decir, cosas que no la preocupan cuando está ocupada, la ocupan en el período donde debería descansar.
En fin, jueves alrededor de las 29 h llego a casa y encuentro en mi maquina un mensaje de desesperación de la docente mencionada anteriormente: "GONZALO, POR FAVOR, BAJEN A VERME ¡ES URGENTE, URGENTE!" (este último urgente sonaba casi bañado en lágrimas.) Sin pensar, mi cabeza empezó a pensar "Es una #&$*" (aquí se puede completar con la puteada que más les guste...) Esta frase se repetía incesantemente en mi mente, con diversas justificaciones, mientras ponía en orden la casa antes de bajar intentando refrenar el impulso asesino que surgía dentro mío. En ese momento, cae desde mi escritorio un poster que había usado para mi último curso de PNL (Programación Neurolingüística) donde trabajamos con premisas básicas o presuposiciones. La frase que me "cayó", increíblemente, era "LA CONDUCTA DE UNA PERSONA NO ES LA PERSONA". Por supuesto me empecé a reir cuando la leí, dejé lo que estaba haciendo y bajé con un semblante completamente distinto al que me dominaba unos segundos antes. El resultado del intercambio fue mucho mejor de lo que suponía y la emergencia de la docente del 5to nada más que un goteo de mi aire acondicionado que fue solucionado inmediatamente.

M. Borch-Jacobsen acusó a Freud de inventar personajes y curas para sus casos. La historia que relato arriba es real. Sin embargo, si no lo fuera y genera alguna reflexión en al menos uno de los lectores ¿pierde por eso validez?

lunes, 28 de julio de 2008

DIA DEL AMIGO + 8 DÍAS


Hace ocho días fue el día del amigo. ¿Con quién te vas a reunir? ¿Qué hacés el domingo? ¿Salimos? ¿Nos juntamos? Preguntas obligadas que se escuchaban por Buenos Aires en los días previos al grandioso día.
Consultando con mis amigos y conocidos, pocos saben del origen de este día, ignoran qué se conmemora y, tristemente, poco les importa. Como muchas celebraciones durante el año, este día sólo se convirtió en una excusa para reunirse con gente que vemos poco, subir los precios de los restaurantes e intentar vender más productos al intentar hacernos sentir obligados a hacer un presente a nuestros amigos ("¿Querés a tus amigos? Comprales un fono XXX!", "Vení con tu amiga a XXX el sábado 19 y llévense dos prendas al precio de una", etc, etc, etc.)
¿Qué hice yo? Como buen ermitaño y enemigo de esta fechas siniestras, me quedé en casa preparando mis parciales para el posgrado. "¿Cuantos mails mandaste ayer?" me preguntó una alumna el lunes. "Dos," respondí, "uno a un compañero de la facultad, y otro a mi mamá." "¿Esos son tus amigos? ¡Yo envié 103 mensajes de texto!" "No sé tus amigos, pero Movistar debe estar feliz de tenerte como cliente," concluye y comenzamos la clase.
Debo reconocer que respondí a aquellos que me escribieron por respeto a sus creencias. Y aclaro que tengo amigos, mi mamá no tiene mail y que creo fervientemente en que podemos juntarnos con los que queremos muchas veces al año. Ciertamente, aquellos a los que veo y escribo, con los que ceno y comparto mi vida los otros 364 días del año son los que menos espero me llamen y escriban, cenan y compartan ese día conmigo. Mis amigos saben que juntarnos es siempre una celebración, y todas las veces que estamos juntos brindamos por conocernos sin pagar precios exorbitantes, ir a lugares exóticos o comprarnos dos prendas al precio de una (que obviamente es una oferta para amigas del sexo femenino, los hombre aparentemente si nos queremos no podemos comprar ropa juntos. Pero esto es tema para otro post...)


Si te quedaste con la intriga de la razón por la que el 20 de julio es el día del amigo, Wikipedia (centro del saber - o Sujeto Supuesto Saber, para los entendidos amantes del psicoanálisis- del siglo XXI) dice que:

En Argentina se creó una fecha (...) como "Día Internacional del Amigo" (...). Su creador fue Enrique Ernesto Febbraro (1924), profesor de psicología, filosofía, historia, músico y odontólogo, socio fundador del Rotary Club del barrio San Cristóbal y del barrio Once (Buenos Aires).

Cuando alunizó el Apolo XI, Febbraro vio que por una vez en la vida todo el mundo estaba unido, por lo que envió mil cartas a cien países de las cuales recibió 700 respuestas, a partir de este momento fundó el Día del Amigo.

lunes, 7 de julio de 2008

GLOBALIZACION DE LAS PEQUEÑAS COSAS



A veces me pregunto en qué modo impacta en mi vida la globalización. Puede ser en los aparatitos que me compro para sentirme parte del siglo XXI (teclado inalámbrico, proyector, puntero laser, mp4, etc.) Hoy debería llamarlos gadgets, el nombre dado por los vecinos del Norte y adoptado por el snobismo porteño; puede ser porque a veces deseo productos que no se fabrican en nuestro país; o tal vez que utilizo palabras (mi profesión me "obliga") que más del 70% de la población argentina desconoce. Sin embargo, creo que el mayor golpe se da cuando noto aquellas cosas que perdieron valor (sentimental sobre todo) y parte de su significado por el hecho de haberse globalizado o, en este preciso caso, desnaturalizado.

Un señor sube al subte con una bolsa de Havanna y por mi cabeza cruza un Pensamiento Automático (aquellos que se presentan como reflejo, incontrolables, repentinos) "Debe haber viajado a Mar del Plata..." Instantáneamente me doy cuenta de que tal cosa pudo haber sido real 15, 20 años atrás. Hoy, 2008, Havanna está en Buenos Aires: lo mismo pasa con Balcarce, las colaciones santafesinas, y otros productos y sabores que en el pasado nos traladaban a lugares lejanos, misteriosos y le proveían a los mismos encanto y mística, los hacían únicos.

El viaje para traer un chocolate, un alfajor, una virgencita que cambia de color con el clima o, simplemente, caracoles juntados en la playa ya son cosa de nataño. Se han perdido en el tiempo convirtiéndose en anécdotas, en pequeñas cosas que forman parte de un pasado compartido. El mundo se globaliza, al igual que la información, los productos y los misterios. Junto con ese incesante fluir y confluir, se confunden nuestros sentimientos y aquellas huellas que, aún hoy, pueden disfrutarse más que un alfajor Havanna que no sea de Callao y Rodriguez Peña sino de aquel que en su envoltorio tenga confundido algún grano de arena que se haya escapado de la playa intentando colarse a la ciudad, deseando que al morderlo podamos incorporar en ese bocado parte de la mística de su verdadero origen y parte de aquel mundo de la niñez que hoy día nos sigue permitiendo disfrutar de las pequeñas cosas.

viernes, 27 de junio de 2008

PEDIR PERMISO O CALLARSE LA BOCA


Diariamente, nos ocurren cosas ante las que tenemos que decidir si pedir permiso o callarnos la boca. Hoy, por ejemplo, iba sentado en el colectivo a dar una clase y perdido en mis pensamientos (eterno rumiar, dirían algunos), cuando de pronto me percato de un sonido que me resultaba molesto al lado mío. Una señora que se había sentado tosía imparablemente. COF, COF, COF. Acto seguido, me doy cuenta de que la ventana junto a la cual yo estoy sentado estaba abierta. Amablemente le pregunto a la señora “¿Le gustaría que cierre la ventana?” Respuesta inmediata: “Nonononono, está todo bien”. Su tos y su postura corporal claramente indicaban su deseo de que la ventana fuese cerrada, sin embargo, tal vez por cortesía, vergüenza, hipocresía o no sé qué factor interviniente decidió contestar negativamente a mi propuesta. Por supuesto que cerré la ventana y tuve que soportar la hediondez de un viaje en un colectivo completamente hermético a las 6 de la tarde.

Esto fue un disparador para pensar cómo muchísimas veces a lo largo del día, de la semana, del mes, del año y de nuestra vida, no decimos sinceramente lo que queremos decir sino que optamos por callarnos la boca o lo que desde mi punto de vista es aún peor decir algo que en realidad queremos decir. Hace unos años, en la cátedra de Psicopatología de la UBA un docente solía repetir: “Quien cede en sus palabras, cede en sus actos”. Puede interpretarse de muchísimas maneras, hoy creo que puede ayudarme a pensar que hay que decir lo que uno verdaderamente quiere decir sino caemos en la trampa de no hacer lo que realmente queremos hacer. La próxima vez que tenga frío en un colectivo voy a pedirle a la señora de al lado que apague su cigarrillo, voy a llamar al seguridad para avisarle que hay alguien fumando dentro del cine, haré lo que sea necesario para poder seguir disfrutando de la vida sin molestar a los demás. Pedir permiso no es muy difícil pero a veces cuesta más que callarse la boca.